viernes, 7 de mayo de 2010
IREALES REALIDADES...
¿Será la angustia existencial del ser humano,
hija de sentidos impotentes, para ver claramente?
Solo entienden de torpes interpretaciones
mas nada saben de evasivas realidades.
Miríadas de estímulos y cinco sentidos sentidos,
rescatando jirones de vida que pasan rozando…
Siendo estos ínfimos enceres, el exiguo ingrediente
que nos permite llamarnos seres vivientes.
La mente impotente reclama estridente
ver verdades, vedadas, aún al clarividente.
Yel alma eterna, que muere de gula
atascada de años de falsos saberes.
Haces de luces destacan siluetas, apenas fantasmas,
sin embargo tan seductores, que obligan a abrazarlos.
Sin percatarnos guiamos los haces, le damos enfoque
y este mínimo detalle define lo que llamamos, nuestra vida.
A su alrededor, el negro y mullido hollín de la noche
devora las infinitas sobras del saber y las esconde.
Intuimos que algo falta, mas no nos es dado saberlo
y concluimos que la vida, es aquel resplandor plateado.
Pocos buzos para tanta oscuridad y sinsentido,
donde aún yace el increado idioma de los sentimientos.
Que retoza junto al germen de la vida que no explica,
de la verdad, de mi, de vos, de alegría, del dolor y el amor.
Mientras tanto caminamos en el humo aturdidos
cual Polifemos tuertos saboreando el regusto de la verdad
paladeando y paladeando una verdad sosa, sin esencia,
buscando esa evasiva presencia de nuestra difusa existencia.
Este, es el laberinto que este plano nos ha asignado.
Tomamos nuestras armas, y nacidos a él ingresamos.
Imaginamos, fantaseamos, contamos y actuamos una historia
mero remedo de nuestra vida, imposible, incontable, inasible.
Ocasionalmente, algún día, descubrimos nuestra negada ignorancia.
Un rayo nos fulmina, malheridos, sin aliento y cegados ahora de luz,
buscamos imbuidos de atávica e instintiva sabiduría rincones oscuros…
Casualmente esos lugares donde nadie mira, nada se ve, más algo se perfila.
No es la verdad, tan bien escondida, pero podemos presentir como luciría.
Y cuanta paradoja, que cuando los ojos se ciegan, dejamos la luz y tomamos la vela,
cayendo en cuenta que la llama frágil y vacilante ya no encandila pero sirve de guía
Algunos antiguos, le llamaban sabiduría, yo, solo un poco mas de vida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)


No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si te interesa, comentá, y si no, también.