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Mar de Ajó, Buenos Aires, Argentina
Sé todo lo que sé, más no importa, voy por lo que aún no sé. Si querés saber quien soy, sin dudas, leé Ciruja Cósmico en el blog...

sábado, 30 de octubre de 2010

Esplendor, tribulaciones y ocaso del reino de los Hijos de Puta

Por suerte, contamos con este giro idiomático tan rico en expresión, Hijo de Puta, que independientemente de las inclinaciones sexuales de la progenitora, define muy nítidamente una casta que permanentemente, diseñó el mundo a su antojo perpetuando un sistema de mierda, basado en la opresión.
Esto, maquillado a través de los siglos de las más variopintas maneras.
Visto desde el punto de vista global, resulta agobiante, irrevocable como un virus que todo lo impregna.
Es algo así como un retrovirus, que replica los sueños de la gente para no ser detectado por los mecanismos de defensa de las sociedades.
Como todo virus exitoso, se replica en un crescendo, y en las etapas finales se torna tan incontrolable, que se suicida matando al vehículo que lo hospeda.
No viví todo el desarrollo de la enfermedad, porque nadie dura tanto, pero siento que si estoy viviendo, su etapa terminal.
Me pregunté si mi sed de utopías, no estaría distorsionando mi juicio, pero sinceramente creo que no.
El virus, se gestó, cuando algún primigenio Hijo de Puta, tal vez algo escaso de condiciones, sembró la idea de que el poder está en las pertenencias, y no en la cabeza, que es su lugar natural de residencia.
Tal vez haya sido una especie de proto-Magnetto, o tal vez un turro carismático, como tantos que soportamos.
Quien sabe...
Lo cierto es que se impuso.
No es casual, que todo sistema de dominio, implique destruir a las cabezas notables que puedan desestabilizarlo.
Aquí nace otro mal que tan bien conocemos, que es la traición, o la inteligencia complaciente al servicio del Hijo de Puta de turno.
Así transitó este sistema con distintos ropajes, la historia de la humanidad. 
Desde el loco que arrasaba aldeas en su afán de poder, hasta los mamarrachos que hoy día pululan por el mundo, pasando por los feudales y monarcas chupasangre, hoy travestidos en el real poder detrás de la historia, los dueños de la pelota, los dueños del capital.
Tan boludos fuimos, que nos dejamos correr con billetes del estanciero.
Una vida, parece no ser mucho tiempo para hacer algo al respecto.
Pero visto de otro modo, que por lo general es desde donde miro las cosas, tampoco es para despreciar lo que se puede hacer de ella.
Sobre todo si pensamos que lo que somos, se gestó a partir de una ínfima cabeza, impulsada por una cola, que infiltró un óvulo que solo era una célula.
Si la evolución funciona así, yo funciono así.
Pero como semejante pelotudez, solo puede albergarla una mente inmadura, típica de un adolescente y el cronómetro me venía corriendo para madurarme, opté por la prosaica solución de tirar el reloj a la mierda y persistir en mi eterna inmadurez.
Así transité esta ficción que es mi vida, tan ficticia como la de todos, pero al menos, guionada por el autor.
En el camino, traté de sembrar los gérmnes de la utopía, por lo tanto a esta altura del partido, ya debe haber una legión de infectados.
Y esta permanente falta de madurez, me permite ver a los jóvenes a los ojos, desde su misma altura.
Y a pesar de que lógicamente, no todos califican, sí encuentro una legión de despabilados, que comparativamente, nos llevan una considerable ventaja.
Ven al mundo desde otra perspectiva, tienen frescas las esperanzas y eso, es conmovedor.
Será por eso tal vez, que en estos días, donde una muerte notoria, nos hace redescubrir algo cotidiano de una manera diferente, me encontré con las mejillas mojadas sin estar llorando.
Me pregunté porqué, ya que la muerte, no me conmueve particularmente, porque la tomo como inherente a la vida.
Me di cuenta de algo que ya sabía.
No es la muerte lo que me conmueve, sino las consecuencias de la misma en el entorno.
Y como nos perpetuamos a través de esas consecuencias.
De ahí, llegué a concluir que lo que realmente me conmovía, era ver que la gente, estaba llorando su propia esperanza.
Y aquí es donde me detengo y hago esta reflexión.
Siempre, me llamó la atención, que los grandes genocidios, fueron perpetrados por un puñado de Hijos de Puta, contra enormes cantidades de seres.
Esto me llevó a preguntarme, porque eran incapaces de articular una defensa, aunque más no fuese, la opción suicida.
La respuesta que primero salta a la mente, es, por miedo.
Y sí, el miedo paraliza, pero ante lo inevitable, ¿que mas da?
Analizando un poco más, me di cuenta que lo que los lleva al cadalso es la esperanza...
La esperanza de que tal vez no me toque, la esperanza de que tal vez me toque, pero tal vez no le toque a los que quiero, la esperanza de que el verdugo muera antes que la víctima...
Infinitas esperanzas.
Tal vez, el arma secreta de los Hijos de Puta, sea inocular la esperanza.
Me preocupé unos minutos, hasta que volví a tomar conciencia de la humedad de mis mejillas.
Eso, eso realmente me tranquilizó, porque las falsas esperanzas, no pueden despertar un sentimiento atávico, ligado a nuestra misma concepción.
Y me alegré.
Creo que hoy estamos en un momento histórico, donde empiezo a sentir que podemos dar vuelta la historia.
Con los reparos del caso.
Conscientes que estamos haciendo los palotes de lo que vendrá.
Hasta hace muy poco, seguíamos con una política a vapor, más propia de de los comienzos de la revolución industrial, inhumana, depredadora, térmicamente ineficiente y altamente contaminante, que con la que necesita este entorno nuevo.
Creo que es hora de sacar la política de fisión del laboratorio y tirarla a la cancha.
Que se licite el diseño de los nuevos paradigmas entre todos aquellos que pudiendo haber sido los reyes de los Hijos de Puta, eligieron jugar para el bando de la resistencia. 
La cabeza, como los ojos tiene diferentes grados de sensibilidad, las hay que ven cerca, y las hay que ven lejos.
Unas, gestionan, otras se van de viaje y plantan mojones.
Las dos sirven.
Lo que no sirve es el poder heredado, porque nada garantiza que el vástago de un genio, no sea un pelotudo mayúsculo (por eso fracasa la monarquía...)
Mucho menos, el poder comprado con el atropello de los recursos.
Sin embargo, cuando trato de identificar un sistema que no haya padecido algunos de estos vicios, me cuesta encontrarlo.
Quizá, porque olvidamos que somos animales, y como tales, aprendemos por imitación.
Si abordamos el mundo en su conjunto, todo se torna una pelotudez, ante la magnitud del desafío.
Pero volviendo al ejemplo de la cabeza que fecunda el óvulo, si actuamos de determinada manera, mostrando el truco, quienes nos rodean, empezarán a practicarlo, haciendo que sus respectivos entornos, repliquen el proceso.
Primero, el clan, luego, las chozas vecinas, mas tarde, la tribu, un poco después la aldea, de pronto varias aldeas, cuando menos lo esperemos, suena el corno y una nación se aglutina.
Ni más ni menos que una serie de Fibonacci, tan común en la naturaleza, creando algo imparable.
De esta manera, pero a la inversa, nos implantaron todo lo que hoy padecemos.
Es momento de resetear.
Quizá, no por nosotros, pero si queremos trascender a través de nuestros descendientes, debemos dejarle cuanto menos, un entorno.
Y la huella genética del anticuerpo del virus que nos enfermó como sociedad.
La conciencia.
No al conciencia moral, repartidora de culpas y absoluciones, me refiero a la conciencia de estar conscientes, conscientes de si mismos, del otro, de la equidad, de la justicia, del disfrute, de la intensidad de los momentos vividos a pleno por el simple hecho de estar conscientes.
Todo está latente, todo puede pasar.
Solo es cuestión de hacer zapping hasta enganchar el canal correcto.
Salud a todos los jóvenes que empujar por un lugar más justo, salud a quienes ya se fueron defendiendo esos ideales y salud a los que aún vivimos y estamos para apoyar. 
Chin chin...
PD: Pido públicas disculpas si parte de mi insanía se plasmó en este escrito, más ruégole amigos, la condescendencia de no mandar a los señores de blanco, que tanto daño me hacen a mi domicilio.
Tal vez, termine siendo una mala película, pero es una de las últimas de mi vida, y me place actuarla.
Un abrazo.

1 comentario:

  1. Coincido en el criterio de la enternidad de estos seres, que ya los españoles de los 1400 llamaban HIPOSPUTA. Y cada pueblo y en cada época, adquiría su apelativo que era así reconocido de una manera identificable claramente e indubitable.
    Como el ejemplo del virus, que me resulta intereante, van mutando, y así llegamos hasta la actualidad.
    Pero así como cada animal tiene su depredador y el ser humano, que no es TOTALMENTE un animal (pero puede ser TODO UN ANIMAL), no parece tenerlo, porque no pensar que este HIPO DE MALA MADRE, MALISIMA, MUY MALA... es el depredador erigido para la especie humana para poner límites a nuestra OMNIPOTENCIA, HUMANOCENTRISMO, y falta de límites cuando a la hora de joder al prójimo mas cercano, se trata...
    Después de todo, al cuidarnos de los hijos de puta, desarrollamos defensas, y mantenemos a raya al H d P que todos llevamos dentro.
    Digo...

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