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Mar de Ajó, Buenos Aires, Argentina
Sé todo lo que sé, más no importa, voy por lo que aún no sé. Si querés saber quien soy, sin dudas, leé Ciruja Cósmico en el blog...

viernes, 1 de julio de 2011

El infinito círculo del supremo malabarista.

La vida, la inteligencia, se construye con los materiales disponibles.
Es como hacer malabares….
Puede ser con una bola, y seremos un malabarista lento, poco vistoso, desabrido, pero seguro…
Hasta que inevitablemente un día, la bola se cae, y con ella, la seguridad, la inteligencia, y la vida misma.
Podemos ser mejores aún, y hacer malabares con dos bolas, que luego de las zozobras iniciales, nos convierte, en relativamente seguros, y algo más atractivos. Pero aún, no cautiva.
Al ver tres bolas actuando, alguien comienza a prestarnos atención y a preguntarse si él mismo podría hacerlo. No es demasiado, pero al menos, ya tenemos algo.
Si el atribulado malabarista, anda ya manejando cuatro o cinco bolas, bien podría ganarse la vida si es necesario, y más gente se interesa en él.
Este punto, es clave, no solo en la vida del malabarista, sino en la de todo su entorno, y porqué no, el resto del mundo.
Ha llegado al límite del malabar humano, donde la balanza se equilibra.
Es el punto, donde se pierde la relación íntima entre público y malabarista.
La mayoría, ya verá al malabar, como algo extraño, que solo puede hacer algún elegido, y se convertirán en espectadores.
Otros pocos, aún sentirán que pueden hacerlo, y seguirán.
Entre los malabaristas, son notables, aquellos que hacen su arte, con ocho, u ocasionalmente nueve bolas.
En este nivel, casi todos son espectadores, excepto unos pocos locos, que aún intentan seguirlo.
Y este, también es, otro punto de inflexión en la vida.
Es el límite máximo que la normalidad admite.
El resto, desde ahí, se transforma en un imposible.
Fantaseemos ahora, que alguien, osa ir por más y más bolas.
Es lógico que dedicaría cada aliento de su vida, a eso.
Sabría todo, sobre todas las bolas, todo sobre cada movimiento, todo sobre su cuerpo, y sobre todo, todo sobre él mismo, para poder SER magnífico, en su arte de enlazar bolas en tiempo real.
Pero…, y hete aquí el pero, sería una locura, esa búsqueda frenética de lo imposible, y este insensato malabarista, sería tratado como tal.
Ahora, las preguntas…
¿Será que el desafío a la lógica de todos nuestros cálculos, hace que sepamos con certeza que jamás lo logrará y queremos evitarle el mal trance?
O…¿Será que para lograrlo, debería ser tan pero tan sabio, como para reescribir o manejar lo que damos por sentado, dominando, el ritmo, la sensibilidad, la agudeza, la fuerza de gravedad y hasta el mismísimo e intocable tiempo?
Listo, estas eran las peguntas buenas, pero como todo tiene su contracara, ahora va la peor…
¿No será que estamos cómodos y medianamente seguros, acerca de lo que pensamos que son las cosas, ya que de no ser así, nuestra vida estallaría en pedazos?
Lo que inmediatamente, y para volver a lo cotidiano, nos llevaría a la pregunta…
¿Cuántas veces en mi vida, consideré algo una boludez, solo porque en ese momento no lo entendía?
Bueno, había que poner una fácil de contestar también, ¿No?
Ahora, volviendo al tema de la vida, la inteligencia, los malabares y las bolas, se me ocurre pensar como sería el malabarista supremo.
Creo, con bastante seguridad, que coincidiríamos en aceptar como malabarista supremo, a aquel que pueda manejar un número infinito de bolas, flotando armoniosamente en una continua quietud en movimiento, plenamente consciente del instante, eligiendo perpetuamente la bola indicada para esa realidad eterna e instantánea, alimentando con ese novi-vi-miento, ese permanente fluir estático.
Ese, sería el perfecto malabarista.
El problema, es que esto, como espectador, ni siquiera se detectaría como un movimiento….
Solo lo siente, el que lo vive.
Por lo tanto, y volviendo a lo cotidiano, no debemos preocuparnos, porque no existe esa posibilidad.
De hecho, sería imposible, porque para que eso pase, debería ser inmortal, y como bien sabemos, eso, lo convertiría en el dueño del tiempo y de la historia misma, es más, si me apuran, hasta les digo que de la creación, y si me apuran un poquitito más, hasta en el amo de lo increado.
Esa, es mi verdad.
Ese es mi malabar.

Post- Data:
Perdón, pero mi verdad, como siempre, se vaporizó al descubrirla.
Ahora, releyendo, me doy cuenta, que de existir, yo no lo percibiría…
Aunque…
Disculpen, pero salgo a buscarlo…

Post-Data 2:
Siglos después….
No encontré lo que buscaba, pero traje algunas conclusiones.
Al volver, me reencontré con este añejo escrito y a la luz de mi búsqueda, luché por descifrarlo.
Me pregunto ahora, después de tanto tiempo, porqué no presté atención a esa intuición indómita que me decía, que nunca encontré nada afuera, que no estuviera desde siempre dentro mío.
Recordé entonces, algunas cosas, una, que incluso muchísimo antes de escribir lo que escribí, había notado, que en el intento de resistir a la eutanasia que la sociedad prescribe al niño que todos fuimos, decidí jugar a que era todos, pero todos los personajes que tenía adentro.
Hasta que un día, si en realidad, alguna vez había sido de alguna manera, simplemente era, y todos los demás, también eran algún yo.
La comunicación se me hizo más fácil, rica y sincera.
Ellos me enriquecían, con lo que mi yo mismo, no había hecho.
Y yo los enriquecía con los que su mismo yo, jamás habría hecho.
Así de feliz estaba hasta que me metí en este quilombo de la vida, la inteligencia y los malabares.
Pero he vuelto, y releyendo, me acordé porqué lo había hecho.
Era algo así como un mensaje cifrado, para cuando me durmiera correteando detrás de alguna mínima pelotudez.
Solo, que como mi memoria es tan frágil, porque necesito que así sea, para vivir un eterno presente y no se me caiga al piso alguna de las bolas. Y con ello, como en el caso de la seguridad, la inteligencia y la vida misma, se me esfumen como por arte de magia, llevándome al mismo e inexorable destino que el más humilde de los malabaristas.
Y ahí recordé la clave.
La idea original, era que cada vez que me perdiera, cambiara la palabra malabarista por un nombre cualquiera, y la palabra bolas, por percepciones del entorno.
Y releer…

Post-Post-Data:

Si juramos, tomar el término “Realidad”, o “Verdad”, solo por el valor de su encomillado, la fórmula para releer, quedaría así:

Malabarista: somos todos., o sea, YO (estoy diciendo VOS)

Bolas: “Verdades” O “Realidades”, a gusto…

Vida e Inteligencia: Percepción

Conclusiones:

El malabarista supremo, no sale a buscar cada una de las bolas, porque esto, convierte su arte en un imposible.
El Supremo malabarista es aquel que hace que las bolas, vengan a él.
¿El secreto?
Sacar las bolas indicadas en el momento exacto, tan exacto y efímero, que ninguna otra bola entre infinitas, sería la correcta para ese momento.
Eso, solo lo sabe quien ES.
Y cualquier bola que se mueva, modifica, al infinito mismo.
Eso, es la HISTORIA, lo demás, es que te cuenten una historia...
Solo estando así de conscientes del AQUÍ Y AHORA, con ese compromiso, somos dueños del pasado y del futuro.
Y el ciclo termina…
O ¿vuelve a comenzar?

Ahora, y como un pequeño gran favor, por si acaso alguien leyera esto, le rogaría a ese ser, que de entenderlo…
¡Por favor, me lo explique!
Espero respuestas.

Si leyó hasta aquí, usted es un héroe, o me quiere más de lo que admite.
Para retribuirle los trastornos ocasionados, les dejo la traducción.
Usted, es El Malabarista…

Vamos de nuevo, a ver que pasa…


La Percepción, se construye con los materiales disponibles.
Es como hacer malabares….
Puede ser con una “Verdad” O “Realidad”, y seremos un malabarista lento, poco vistoso, desabrido, pero seguro…
Hasta que inevitablemente un día, la “Verdad” O “Realidad” se cae, y con ella, la seguridad, la inteligencia, y la Percepción misma.
Podemos ser mejores aún, y hacer malabares con dos “Verdades” O “Realidades”, que luego de las zozobras iniciales, nos convierte, en relativamente seguros, y algo más atractivos. Pero aún, no cautiva.
Al ver tres “Verdades” O “Realidades” actuando, alguien comienza a prestarnos atención y a preguntarse si él mismo podría hacerlo. No es demasiado, pero al menos, ya tenemos algo.
Si el atribulado malabarista, anda ya, manejando cuatro o cinco “Verdades” O “Realidades”, bien podría ganarse la vida si es necesario, y más gente se interesa en él.
Este punto, es clave, no solo en la vida del malabarista, sino en la de todo su entorno, y porqué no, el resto del mundo.
Ha llegado al límite del malabar humano, donde la balanza se equilibra.
Es el punto, donde se pierde la relación íntima entre público y malabarista.
La mayoría, ya verá al malabar, como algo extraño, que solo puede hacer algún elegido, y se convertirán en espectadores.
Otros pocos, aún sentirán que pueden hacerlo, y seguirán.
Entre los malabaristas, son notables, aquellos que hacen su arte, con ocho, u ocasionalmente nueve “Verdades” O “Realidades”.
En este nivel, casi todos son espectadores, excepto unos pocos locos, que aún intentan seguirlo.
Y este, también es, otro punto de inflexión en la vida.
Es el límite máximo que la normalidad admite.
El resto, desde ahí, se transforma en un imposible.
Fantaseemos ahora, que alguien, osa ir por más y más “Verdades” O “Realidades”.
Es lógico que dedicaría cada aliento de su Percepción, a eso.
Sabría todo, sobre todas las “Verdades” O “Realidades”, todo sobre cada movimiento, todo sobre su cuerpo, y sobre todo, todo sobre él mismo, para poder SER magnífico, en su arte de enlazar “Verdades” O “Realidades” en tiempo real.
Pero…, y hete aquí el pero, sería una locura, esa búsqueda frenética de lo imposible, y este insensato malabarista, sería tratado como tal.
Ahora, las preguntas…
¿Será que el desafío a la lógica de todos nuestros cálculos, hace que sepamos con certeza que jamás lo logrará y queremos evitarle el mal trance?
O.. ¿Será que para lograrlo, debería ser tan pero tan sabio, como para reescribir o manejar lo que damos por sentado, dominando, el ritmo, la sensibilidad, la agudeza, la fuerza de gravedad y hasta el mismísimo e intocable tiempo?
Listo, estas eran las peguntas buenas, pero como todo tiene su contracara, ahora va la peor…
¿No será que estamos cómodos y medianamente seguros, acerca de lo que pensamos que son las cosas, ya que de no ser así, nuestra Percepción estallaría en pedazos?
Lo que inmediatamente, y para volver a lo cotidiano, nos llevaría a la pregunta…
¿Cuántas veces en mi Percepción, consideré algo una boludez, solo porque en ese momento no lo entendía?
Bueno, había que poner una fácil de contestar también, ¿No?
Ahora, volviendo al tema de la Percepción, los malabares y “Verdades” O “Realidades”, se me ocurre pensar como sería el malabarista supremo.
Creo, con bastante seguridad, que coincidiríamos en aceptar como malabarista supremo, a aquel que pueda manejar un número infinito de “Verdades” O “Realidades”, flotando armoniosamente en una continua quietud en movimiento, plenamente consciente del instante, eligiendo perpetuamente la “Verdad” O “Realidad” indicada para esa realidad eterna e instantánea, alimentando con ese novi-vi-miento, ese permanente fluir estático.
Ese, sería el perfecto malabarista.
El problema, es que esto, como espectador, ni siquiera se detectaría como un movimiento….
Solo lo siente, el que lo Percibe.
Por lo tanto, y volviendo a lo cotidiano, no debemos preocuparnos, porque no existe esa posibilidad.
De hecho, sería imposible, porque para que eso pase, debería ser inmortal, y como bien sabemos, eso, lo convertiría en el dueño del tiempo y de la historia misma.
Es más, si me apuran, hasta les digo que de la creación, y si me apuran un poquitito más, hasta en el amo de lo increado.
Esa, es mi Bola.
Ese, es mi malabar.

Post- Data:
Perdón, pero mi Bola, como siempre, se vaporizó al descubrirla.
Ahora, releyendo, me doy cuenta, que de existir, yo no lo percibiría…
Aunque…
Disculpen, pero salgo a buscarlo...

Post-Data 2:

Siglos después….
No encontré lo que buscaba, pero traje algunas conclusiones.
Al volver, me reencontré con este añejo escrito y a la luz de mi búsqueda, luché por descifrarlo.
Me pregunto ahora, después de tanto tiempo, porqué no presté atención a esa intuición indómita que me decía, que nunca encontré nada afuera, que no estuviera desde siempre dentro mío.
Recordé entonces, algunas cosas, una, que incluso muchísimo antes de escribir lo que escribí, había notado, que en el intento de resistir a la eutanasia que la sociedad prescribe al niño que todos fuimos, decidí jugar a que era todos, pero todos los personajes que tenía adentro.
Hasta que un día, si en realidad, alguna vez había sido de alguna manera, simplemente era, y todos los demás, también eran algún yo.
La comunicación se me hizo más fácil, rica y sincera.
Ellos me enriquecían, con lo que mi yo mismo, no había hecho.
Y yo los enriquecía con los que su mismo yo, jamás habría hecho.
Así de feliz estaba hasta que me metí en este quilombo de la Percepción y los malabares.
Pero he vuelto, y releyendo, me acordé porqué lo había hecho.
Era algo así como un mensaje cifrado, para cuando me durmiera correteando detrás de alguna mínima pelotudez.
Solo, que como mi memoria es tan frágil, porque necesito que así sea, para vivir un eterno presente y no se me caiga al piso alguna de las bolas. Y con ello, como en el caso de la seguridad, la inteligencia y la Percepción misma, se me esfumen como por arte de magia, llevándome al mismo e inexorable destino que el más humilde de los malabaristas.
Y ahí recordé la clave.
La idea original, era que cada vez que me perdiera, cambiara la palabra malabarista por un nombre cualquiera, y la palabra “Verdades” O “Realidades”, por percepciones del entorno.
Y releer…

Post-Post-Data:

Si juramos, tomar el término “Bolas” solo por el valor de su encomillado, la fórmula para releer, quedaría así:

VOS (estoy diciendo YO): Malabarista

“Verdades” O “Realidades”: Bolas

Percepción: Vida e Inteligencia

Conclusiones:            

El malabarista supremo, no sale a buscar cada una de las “Verdades” O “Realidades”, porque esto, convierte su arte en un imposible.
El Supremo malabarista es aquel que hace que las “Verdades” O “Realidades”, vengan a él.
¿El secreto?
Sacar las “Verdades” O “Realidades” indicadas en el momento exacto, tan exacto y efímero, que ninguna otra “Verdad” O “Realidad” entre infinitas, sería la correcta para ese momento.
Y cualquier “Verdad” O “Realidad” que se mueva, modifica, al infinito mismo.
Eso, es la HISTORIA, lo demás, es que te cuenten una historia.
Solo estando así de conscientes del AQUÍ Y AHORA, con ese compromiso, somos. dueños del pasado y del futuro.
Y así, el ciclo, vuelve a comenzar…
O ¿Terminar?

Ahora, y como un pequeño gran favor, por si acaso alguien leyera esto, le rogaría a ese ser, que de entenderlo…
¡Por favor, me lo explique! (Nuevamente)
Espero respuestas.

Si antes, leyendo hasta la mitad, era un héroe, ahora habría que inventar un nuevo vocablo para describirlo…
Más como premio a tanta hidalguía, vaya para usted, mí bien amado otro yo, un secretito…
Esto, es un retrovirus.
Analógico, pero un retrovirus al fin, que en este mismo momento, se está camuflando con su A.D.N., para que su sistema inmunológico, no lo detecte.
Es el gen de la locura que lo lleva inexorablemente a reencontarse con su niño.
Si, claro, ese niño que éramos, incluso antes aún, de tener un “Sistema”.
Y se reproduce desde adentro imperceptible, imparable, esperando el momento de contagiar.
De hecho, ya está hecho…

Dedicado:
A todos los que creen, que cambiar un sistema, es imposible.
(Esto, es solo un truco, para que se convierta en Best Seller)
Pero, ustedes, mis amigos, saben que está dedicado a ustedes, los que creen que se puede cambiar un sistema.
No por otro, sino por la clave de la evolución, que sería algo así, como el sistema, no sistema, de perpetuo cambio.
De TODO, y por ende, de cada UNO.
De cada UNO, por ende, de TODOS:

Daniel.                                                                                         29/ 6 / 2011. 1:56 A.M.

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